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La mentira del Management


Hubo un tiempo en que me atraían los libros y eventos de Management. Llegué a sentir una gran fascinación por ellos. Hoy me aburren, y desconfío de la mayoría de lo que publican. Prefiero navegar por otros territorios más frescos. Cuento esto a propósito del resumen que acaba de publicar Xavier Marcet sobre el 6º Global Peter Drucker Forum, en la web de Sintetia, al que voy a dedicar este post con algunas reflexiones de viejo cascarrabias.

Xavier Marcet  es uno de mis expertos en innovación de cabecera. Siento respeto por su trabajo, y por lo que publica. Me parece un tío serio y que sabe de lo que habla. Lo leo y seguiré leyendo con gran interés. Así que las críticas que voy a compartir en esta entrada no van con él, sino con la propia naturaleza del Management. Ya he escrito sobre esto bastante. Aquí tienes un seriado de artículos sobre “Liderazgo Humanista”, en el que me cuestiono el modo en que se lee y usa el Management, y su adopción simplista por las Escuelas de Negocios.

Creo que me quedo corto cuando digo que la naturaleza científica de la teoría y práctica del Management está cada vez más en entredicho. Se ha abusado hasta la saciedad del manido “estudio de casos” para generalizar lecciones y buenas prácticas que no están contrastadas en absoluto. Es bastante habitual que extraigan los ejemplos que convienen para apoyar sus teorías, pero nada se diga de las evidencias que las contradicen. Los “casos de éxito” que se anuncian a bombo y platillo como modelos a seguir, si los sometes al test del tiempo, los examinas a largo plazo, resulta que muchos de ellos terminaron siendo un fiasco. La lista de afirmaciones rotundas, sin rigor científico, que nos ha regalado el Management es palmaria.

Lo siento, pero para mí el 6º Global Peter Drucker Forum es un ejemplo más de cómo la élite intelectual del Capitalismo se divierte jugando a las palabras huecas, mientras la realidad sigue su curso sin cambiar nada. Llama la atención que los managers que asisten a las conferencias y compran los libros de estos iluminados, son en su mayoría los mismos que vemos en las portadas de revistas empalagosas mirándose a sus ombligos encantados de conocerse.
La melodía parece resultona, pero es cansina. A mí me suena siempre a lo mismo. Es un pregón grandilocuente concebido para propagar titulares que después repite el rebaño a través de las Escuelas de Negocios, y se implementa por las grandes consultoras, empezando por las Big Five, que engordan el sistema con sus minutas infladas. Es un ciclo cerrado, endogámico, que se realimenta a sí mismo, porque en definitiva, esto de vender nuevas teorías es un negocio más. Antes de entrar en detalle sobre algunas de las conclusiones del evento que nos comparte Xavier, aquí tienes la “Reading List” por si quieres leerte los artículos de los conferenciantes más destacados, y hacerte una idea por ti mismo/a.

Cuando Roger Martin dice en el evento que hasta ahora la sociedad ha favorecido más a los que comercian con el valor que a los que crean valor, tiene razón, pero probablemente lo que le falta decir es que esa tendencia parece consustancial con el Capitalismo. Lo lleva en su ADN, y sus consideraciones sobre el “capitalismo democrático” se quedan en mera teoría a la luz de las profundas desigualdades sociales que genera. En pocas palabras, las reglas de juego del capitalismo no premian, ni estimulan el comportamiento a largo plazo, sino el cortoplacismo. Y lo que llaman hipócritamente “co-creación” no es más que extraer todo el valor que puedan de la inteligencia del “Crowd” para después cerrarlo y rentabilizarlo.

Nunca tendremos organizaciones empresariales que “cambien tan rápido como el propio cambio”. Ya sabemos que eso es imposible, siempre irán detrás del cambio. A lo único que pueden aspirar es a reducir ese gap, pero eso significa luchar contra su propia naturaleza de contenedores (y expresión) de poder. Por mucho que se disimule, las empresas son una forma más de hacer política, y sufren por lo tanto los mismos males que la política. Quien se empeñe en separar ambos mundos es que está mintiendo.

Que los “empleados comprometidos” sean ínfima minoría (se habla del 13%) no debería sorprender a Gary Hamel, ni a nadie. Habría que ver qué significa “comprometidos”, pero puedo imaginarme lo que quieren decir: que trabajen con la misma pasión y empeño que sus dueños y/o que los managers mejores pagados. O sea, como dice el artículo, ya no sólo se les pide las manos y el cerebro, sino también el corazón. ¿Y qué se les ofrece a cambio? Pues oye, promesas huecas y discursos bonitos. De compartir lo esencial, nada.

Por eso el viejo Management se está atragantando con la idea del “liderazgo”,  porque no sabe cómo incorporar en su ecuación el cambio radical que se está dando en las expectativas de los de abajo, en esos “empleados” que ya no se “comprometen” por lo mismo que antes. La “actualización radical” que se pide en el artículo implica una revisión profunda de algunas premisas del Capitalismo, que es algo que no va a hacer el Management ni harto de vino, porque vive precisamente de/en la cresta de esa desigualdad.

Yo me pregunto si el Capitalismo, tal como lo conocemos hoy, es compatible con el “human-centric paradigm” que defienden Richard Straub, Vineet Nayar y otros. Me vuelvo a preguntar si “dar un propósito a las empresas que vaya más allá de la orientación a beneficio” es algo que pueda hacerse a gran escala en un sistema que prima la competencia feroz y el crecimiento a toda costa. Digo más: ¿Cómo le puedes “pedir el corazón” a un empleado de una empresa en la que el ratio salarial entre los directores y los peores pagados puede llegar a ser más de 100? ¿Qué “liderazgo inspirador” puede haber en una organización que cotiza en bolsa, que se debe en última instancia a ella, y que por tanto vive bajo la presión asfixiante de los incentivos perversos y de las señales alarmistas de un sistema que prima la especulación financiera?

No puedo estar más de acuerdo con Rita McGrath cuando dice que (como cita Xavier) “el problema no es tener ideas, sino incubarlas y acelerarlas”, y que para eso se necesitan verdaderos emprendedores en las empresas (ya hablé ampliamente de eso aquí). Pero es que para que haya “emprendedores”, hacen falta otras lógicas de reparto de los retornos, un patrón mucho más distribuido del poder y un sentido de la co-responsabilidad que el liderazgo paternalista es incapaz de poner en valor.

La “victoria del capital sobre el trabajo” y como resultado de eso, el crecimiento de la desigualdad, es el desafío más serio que tiene la humanidad por delante. Tengo muy claro que ni el Management, ni ningún “Drucker Fórum”, van a aportar soluciones genuinas y relevantes para superar ese problema de fondo.

Por eso agradezco a Xavier que aporte al final de su entrada la clave del asunto, con esa frase tan sabia de Drucker: “No pueden existir negocios sanos en una sociedad enferma”. Por eso, insisto, me suenan vacíos estos mítines de sabios que hablan de “negocios con propósito”, y no puedo ser tan optimista como Xavier para pensar que está emergiendo “un nuevo paradigma del management”. Para mí es más de lo mismo: cambiar para no cambiar nada. Y si la solución está en desaprender, dudo que lo consigamos con estos gurús porque son los mismos que han contribuido a lo que tenemos hoy.

No hay cosa que me moleste más que la demagogia, y sé que corro el riesgo de que me acusen de eso, pero tengo que decirlo. Si estos super-gurús se creyeran de verdad sus críticas a la desigualdad, y quisieran contribuir a “desatar todo el potencial de las personas” como predican, empezarían por dejar de pedir las absurdas e insultantes barbaridades de dinero que cobran para estudiar en sus escuelas o para asistir a sus conferencias.


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